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Palabras claves
Yo NO odio a Bill Gates (II)
04/05/2007 - 13:17 por Carlos Yohn Zubiria | Informe spam
En mi anterior comentario explicaba por qué se me ponen los pelos de punta
cuando alguien dice cosas como "Gates traicionó a IBM" o "Lástima que el
OS/2 no triunfara" y por qué, mientras para la juventud el Linux es una
promesa de un futuro maravilloso, a mí personalmente me trae ecos de una
época horrible. Hoy me gustaría explicar por qué Gates abandonó el prompt
de MSDOS y se embarcó en Windows...
No sé qué edad tenía Gates cuando rompió con IBM y la subsiguiente victoria
del mundo de los clónicos le hizo multimillonario, pero era ciertamente muy
joven. En ese momento vio realizado su plan original de hacerse rico
aprovechando (y en cierto sentido habiendo precipitado) la popularización
de la informática. Su modelo había sido Henry Ford, de quien tenía colgado
un retrato en el despacho y se conocía de memoria toda la biografía. Como
es sabido, Ford fabricó coches baratos a millones, haciéndose rico con la
popularización del automóvil. Al igual que Gates, convirtió un privilegio
de ricos en algo al alcance de todos, y al igual que Gates no inventó
realmente nada, sino que se limitó a comercializar una panoplia de
tecnologías descubiertas por otros que no supieron o no pudieron sacar
provecho de ellas. Pero Gates sabía que Ford había sido infeliz al final de
sus días. En un momento dado, Ford se había dormido en los laureles y un
competidor (General Motors) le había arrebatado la primacía del mercado. De
ser el número uno indiscutible, a años luz de todos los competidores, había
pasado a ser el número dos. Gates estaba preparado para que eso nunca le
sucediera, y las paranoias que le asaltan de tanto en tanto están
provocadas por este temor irracional a repetir la desgracia de su héroe.
Mientras la industria informática vivía una época de euforia sin igual a
caballo del binomio MSDOS-Intel, Gates buscaba obsesivamente ese segundón
que le tenía que arrebatar el trono. Descartados IBM y el PS/2-OS/2, que se
perdían rapidamente de vista mientras su precio y su "incompatibilidad" los
condenaban, Gates se fijó en Apple Macintosh. Comandada por un genio
auténtico (Steve Jobs) capaz de crear tecnología innovadora y hacerla
operativa a una velocidad de vértigo, la empresa había sobrevivido al
ataque inicial de IBM-Microsoft. Pero ahora no se limitaba a sobrevivir
sino que, pasado el susto, estaba prosperando en medio de la hecatombe de
precios risibles desencadenada por los fabricantes asiáticos, que llevaban
en hombros a la pareja Microsoft-Intel. Jobs era un genio de la tecnología,
pero en marketing tampoco se quedaba corto. En lugar de entrar en la guerra
de precios desatada, prefirió seguir con sus precios altos y defenderlos
con imagen de marca. Apple era un ordenador simpático para gente enrollada,
una especie de Volkswagen cucaracha de la informática. A diferencia de los
clónicos de aspecto descuidado, sus cajas eran diseñadas cuidadosamente
para tener un aspecto elegante y actual. Tenerlo era una señal de
prosperidad y distinción. Jobs se centró en el mercado de los profesionales
liberales y los artistas, creándose un hueco que crecía con el tiempo. Como
todo lo que llevaba el equipo se fabricaba en coordinación (y era
rabiosamente propietario desde el SO hasta el último tornillo), también
ganó una cierta fama de estabilidad, a medida que los fabricantes de
clónicos iban perdiendo el rigor de las licencias originales de IBM, e
instalar una placa en un PC comenzaba a ser algo no evidente.
Pero el arma principal de Apple era la ergonomía de su interfaz. Cualquier
tonto podía copiar un fichero a un diskette si alguna vez había visto
hacerlo. Para llamar un programa bastaba con reconocer un dibujito sobre el
monitor, y para manejarlo recorrer los menús que había en la parte alta y
que se desplegaban mostrando las opciones. Jobs no había inventado esto,
pero había conseguido meterlo en un hardware poco potente. Como decía un
anuncio de nosequé hace muchos años "el que lo prueba no quiere otra cosa".
Los usuarios de Apple se reían de los de MSDOS y de los laboriosos tecleos
sin-equivocarse-ni-en-una-tecla a que los sometían sus ordenadores. Bill
Gates empezó a ponerse nervioso.
Yo recuerdo bien esa época, porque yo era un fanático del prompt (línea de
comandos). La primera vez que me di cuenta de la amenaza fue haciendo una
demostración de nuestra contabilidad en casa de un cliente potencial. Mis
colegas y yo, aprovechando la bonanza de que hacía como tres años que
trabajabamos con el mismo sistema operativo, habíamos desarrollado un
sistema de pantallas sobre las que podías moverte con las flechas en todas
direcciones (saltando de input en input) y de menús pop-up del que
estábamos muy orgullosos. Ese día particular yo notaba que la cosa no iba
bien, porque había un imbécil que no paraba de decir que nuestras pantallas
eran muy "rudimentarias", que el monitor de caracteres era muy "pobre", que
mover el cursor con las flechas "no era práctico",etc... Por mucho que le
enseñaba scrolls (en un monitor de caracteres, no nos olvidemos) y cosas
así, el hombre no se impresionaba lo más mínimo. Al final les dijo a los
otros asistentes a la demo: "esto nada, estas pantallas son antiguas". Un
poco harto le pregunté "¿pero usted que esperaba?" y él me contestó:
"Pantallas americanas". Le pedí que las describiera y él lo intentó, pero
no tenía vocabulari,o así que al final me dijo: "Cuando veas una sabrás lo
que quiero decir". Un rechazo categórico como aquel me impulsó a investigar
qué leches eran las "pantallas americanas". Muy pronto até cabos. Era una
empresa de construcción y el sujeto debía ser arquitecto. Lo más probable
era que hubiera visto un Apple en casa de un colega igual de ignorante que
él (puesto que ni siquiera le había podido decir el nombre de la cosa).
Quiero recordar con un sentimiento agridulce los meses siguientes, durante
los cuales, ya en posesión del nombre de la amenaza, me veía obligado a
justificar no tener pantallas gráficas ni ratón en mis aplicaciones. Le
decía a la gente que los "dibujos animados los prefiero por la tele", que
"los monitores de caracteres son más sanos para la vista", que en un .bat
les metería el path y sólo tendrían que teclear unas pocas letras para
entrar en el programa (p.e. el nombre de su perro), que Apple era para
gente que usaba el ordenador para hacer el indio y que los que curraban se
compraban cosas serias (¿había alguien visto un empleado de banca que usara
ratón?), etc... Creamos un sistema de menús disparado por el autoexec.bat
para que la gente no tuviera que ir al prompt jamás, pero fue todo en vano.
Mientras yo explicaba tonterías a los clientes, Gates había hecho algo más
práctico poniendo en el mercado el Windows 2.0. Al principio, mis colegas y
yo estábamos entusiasmados (relativamente, porque había que tirar todo el
software a la basura otra vez y habíamos perdido costumbre), pero enseguida
descubrimos que no estaba hecho de la pasta del MSDOS. Se colgaba todo el
rato y parecía suicida desarrollar (y no digamos presentarse en casa del
cliente) con aquella porquería. Un poco desengañados de nuestro héroe,
pensamos en trabajar con Apple o incluso en OS/2, cuyo Presentation Manager
era también un GUI.
Pero Microsoft no había dicho la última palabra. Al cabo de un tiempo salió
el Windows 3, que también era bastante basurero, pero contenía una suite de
aplicaciones (Word y Excel) muy útil para el cliente final. Toda esta parte
de la historia es muy complicada, porque todos los actores intentaban
hacerse fintas mutuamente. Apple necesitaba aplicaciones y Microsoft quería
que Apple le licenciara una caja de compatibilidad para que el software que
corría sobre Apple corriera sobre Windows. Los desarrolladores de nivel
mundial no sabían qué hacer, pero mayoritariamente consideraban mejor OS/2
y habían estado desarrollando sobre ese sistema sin atender al pequeño
detalle de que ningún cliente final lo compraba. Si Gates salió victorioso
es porque era el único que tenía un plan claro, y era de largo el que tenía
más parque instalado de clientes. Cuando vio que WordPerfect y Lotus se
hacían los remolones y no querían programar para Windows hasta que el
panorama se aclarase, metió Word y Excel a martillazos en Windows 3 y se
puso a venderlo.
Nosotros estábamos un poco escandalizados porque, aunque comprendíamos los
motivos comerciales que impulsaban todo aquello, técnicamente lo veíamos un
poco forzado. Al volver al DOS al final de una sesión de Windows teníamos
la sensación de aterrizar sobre el suelo tras un vuelo en avión de la
Primera Guerra Mundial. Yo personalmente, cuando voy al prompt de mi XP,
todavía tengo la sensación de "volver" (aunque ahora el kernel de Windows
ya toca con el hardware).
Yo sobre esta época tengo una cosa que decir que es un poco enrevesada.
Dicen que en el estreno de una película de Hitchcock, un periodista le
llamó la atención sobre quién iba a creerse que el protagonista conociese a
una chica en un tren, después saltase del tren perseguido por los malos,
corriese por el campo durante todo el día y al llegar a una casa encontrase
a la chica allí "por casualidad". Eso era una tomadura de pelo al
espectador. Hitchcock le contestó que él había descubierto que el
espectador está dispuesto a tolerar casi cualquier inverosimilitud si se le
presenta con buena técnica narrativa. Digo todo esto porque creo que Bill
Gates también descubrió en esa época que la informática de consumo tiene su
propio criterio de fiabilidad, y que el nuevo tipo de usuario que había
surgido con la explosión del PC tenía una tolerancia al desastre mucho
mayor que los antiguos administradores de Unix, si uno le sabía presentar
eso como el precio por participar en el progreso. Las malas lenguas
remontan este concepto a los Apple, cuyo icono de la bomba (que significaba
que se había colgado) causaba simpatía en el usuario al aparecer en
pantalla. Además, aunque Windows es difícil de instalar, una vez instalado
es mucho más ergonómico que el prompt, y a los usuarios finales eso les
gusta, aunque de cuando en cuando se quede frito.
Nosotros, como infantería del invento, lo pasábamos mal cuando nuestros
programas empezaron a colgarse de formas horribles, porque la máquina
gastaba toda su capacidad en hacer tonterías gráficas. Para que por lo
menos el cliente salvase los datos, poníamos servidores de red Novell, que
permitían crear redes de muchos PCs. Nos consolábamos al ver cómo poco a
poco Apple dejaba de ser una amenaza y sus precios altos empezaban por fin
a erosionar su cuota de mercado a nuestro favor. A la larga se arruinó
tanto que Microsoft tuvo que evitar su quiebra para eludir una partición
por las leyes antimonopolio americanas.
El imperio de Microsoft sufrió otras amenazas, pero ninguna tan seria como
Apple. Novell tonteó con la idea de hacerle la competencia (no sé si antes
o después de que Gates decidiera destruirlos con el NT Server). Lotus
también acarició la idea, pero prefirieron venderlo todo a IBM antes de que
Microsoft los enfilara. Los tontines de Netscape también dijeron que
convertirían Navigator en un sistema operativo poco antes de ser
aplastados.
Y así es como Gates ha conseguido que -de momento- no le pase lo que a
Henry Ford. Microsoft es un imperio mundial en régimen de cuasi-monopolio,
pero conserva la fiereza y la rapidez de reacción frente a las amenazas
porque en el fondo de su filosofía de empresa subyace ese miedo cerval a
que en algún lugar hay alguien preparándose para derrotarlos. El Office se
puebla de prestaciones que nadie usa, para protegerse de esa amenaza
fantasma que tanto teme Gates. Siempre se acusa a Microsoft de
"inmovilismo", pero creo que la acusación debería ser la contraria.
Microsoft siempre ha estado corriendo de un sitio para otro para competir
con una amenaza fantasma que muchas veces sólo ha existido en su
imaginación, y ha actuado como Herodes, matando en la cuna por esta causa a
empresas que sólo pretendían sobrevivir en un pequeño nicho, y con las que
podría haber colaborado.
Ahora por fin parece que el "software libre" puede ser una amenaza
verdadera, porque ha conseguido aunar las voluntades de millones contra
Microsoft y ha embarcado en sus filas a enemigos viejos pero poderosos,
como IBM. A mí en el fondo me es igual quién gane, pero quiero decir bien
alto que esto NO es una lucha entre el bien y el mal, ni una lucha entre el
progreso y el inmovilismo; es sólo un episodio de guerra comercial en la
que el bando contrario a Microsoft es una horda desorganizada, porque
cualquier cosa con estructura que se le ha enfrentado ha sido destruida. El
"software libre" no puede ser destruido porque no tiene cuenta de
resultados. Se alimenta de la fantasía y la capacidad de evocación de una
serie de gurús. Si las condiciones son propicias, puede apoderarse de
grandes cuotas en determinados sectores. No entro en quién gana y quién
pierde con esto, porque cada uno tiene su opinión.
Y para terminar esta larga disertación, quiero decir que Bill Gates es sólo
uno más de los plutócratas que rigen el mundo. No es ni el más peligroso,
ni el más desalmado, y ni siquiera es el más poderoso (¿qué tal como
candidato a estos puestos el vicepresidente Cheney, apoyado por la Casa
Blanca y los petroleros de Houston, a la vez que están devastando un país
para quedarse su petróleo? ¿no deberíamos guardar un poco de hostilidad
para él?). Todos aquello que creen que si Bill Gates cayera, y Microsoft
acabase en la ruina, el mundo sería mejor, se equivocan de medio a medio.
El mundo tiene muchos problemas y muy gordos, y que el prompt (la línea de
comandos) esté en desuso es igual de grave que que hoy en día nadie sepa
jugar al Tetrix.
http://www.kriptopolis.org/node/322
cuando alguien dice cosas como "Gates traicionó a IBM" o "Lástima que el
OS/2 no triunfara" y por qué, mientras para la juventud el Linux es una
promesa de un futuro maravilloso, a mí personalmente me trae ecos de una
época horrible. Hoy me gustaría explicar por qué Gates abandonó el prompt
de MSDOS y se embarcó en Windows...
No sé qué edad tenía Gates cuando rompió con IBM y la subsiguiente victoria
del mundo de los clónicos le hizo multimillonario, pero era ciertamente muy
joven. En ese momento vio realizado su plan original de hacerse rico
aprovechando (y en cierto sentido habiendo precipitado) la popularización
de la informática. Su modelo había sido Henry Ford, de quien tenía colgado
un retrato en el despacho y se conocía de memoria toda la biografía. Como
es sabido, Ford fabricó coches baratos a millones, haciéndose rico con la
popularización del automóvil. Al igual que Gates, convirtió un privilegio
de ricos en algo al alcance de todos, y al igual que Gates no inventó
realmente nada, sino que se limitó a comercializar una panoplia de
tecnologías descubiertas por otros que no supieron o no pudieron sacar
provecho de ellas. Pero Gates sabía que Ford había sido infeliz al final de
sus días. En un momento dado, Ford se había dormido en los laureles y un
competidor (General Motors) le había arrebatado la primacía del mercado. De
ser el número uno indiscutible, a años luz de todos los competidores, había
pasado a ser el número dos. Gates estaba preparado para que eso nunca le
sucediera, y las paranoias que le asaltan de tanto en tanto están
provocadas por este temor irracional a repetir la desgracia de su héroe.
Mientras la industria informática vivía una época de euforia sin igual a
caballo del binomio MSDOS-Intel, Gates buscaba obsesivamente ese segundón
que le tenía que arrebatar el trono. Descartados IBM y el PS/2-OS/2, que se
perdían rapidamente de vista mientras su precio y su "incompatibilidad" los
condenaban, Gates se fijó en Apple Macintosh. Comandada por un genio
auténtico (Steve Jobs) capaz de crear tecnología innovadora y hacerla
operativa a una velocidad de vértigo, la empresa había sobrevivido al
ataque inicial de IBM-Microsoft. Pero ahora no se limitaba a sobrevivir
sino que, pasado el susto, estaba prosperando en medio de la hecatombe de
precios risibles desencadenada por los fabricantes asiáticos, que llevaban
en hombros a la pareja Microsoft-Intel. Jobs era un genio de la tecnología,
pero en marketing tampoco se quedaba corto. En lugar de entrar en la guerra
de precios desatada, prefirió seguir con sus precios altos y defenderlos
con imagen de marca. Apple era un ordenador simpático para gente enrollada,
una especie de Volkswagen cucaracha de la informática. A diferencia de los
clónicos de aspecto descuidado, sus cajas eran diseñadas cuidadosamente
para tener un aspecto elegante y actual. Tenerlo era una señal de
prosperidad y distinción. Jobs se centró en el mercado de los profesionales
liberales y los artistas, creándose un hueco que crecía con el tiempo. Como
todo lo que llevaba el equipo se fabricaba en coordinación (y era
rabiosamente propietario desde el SO hasta el último tornillo), también
ganó una cierta fama de estabilidad, a medida que los fabricantes de
clónicos iban perdiendo el rigor de las licencias originales de IBM, e
instalar una placa en un PC comenzaba a ser algo no evidente.
Pero el arma principal de Apple era la ergonomía de su interfaz. Cualquier
tonto podía copiar un fichero a un diskette si alguna vez había visto
hacerlo. Para llamar un programa bastaba con reconocer un dibujito sobre el
monitor, y para manejarlo recorrer los menús que había en la parte alta y
que se desplegaban mostrando las opciones. Jobs no había inventado esto,
pero había conseguido meterlo en un hardware poco potente. Como decía un
anuncio de nosequé hace muchos años "el que lo prueba no quiere otra cosa".
Los usuarios de Apple se reían de los de MSDOS y de los laboriosos tecleos
sin-equivocarse-ni-en-una-tecla a que los sometían sus ordenadores. Bill
Gates empezó a ponerse nervioso.
Yo recuerdo bien esa época, porque yo era un fanático del prompt (línea de
comandos). La primera vez que me di cuenta de la amenaza fue haciendo una
demostración de nuestra contabilidad en casa de un cliente potencial. Mis
colegas y yo, aprovechando la bonanza de que hacía como tres años que
trabajabamos con el mismo sistema operativo, habíamos desarrollado un
sistema de pantallas sobre las que podías moverte con las flechas en todas
direcciones (saltando de input en input) y de menús pop-up del que
estábamos muy orgullosos. Ese día particular yo notaba que la cosa no iba
bien, porque había un imbécil que no paraba de decir que nuestras pantallas
eran muy "rudimentarias", que el monitor de caracteres era muy "pobre", que
mover el cursor con las flechas "no era práctico",etc... Por mucho que le
enseñaba scrolls (en un monitor de caracteres, no nos olvidemos) y cosas
así, el hombre no se impresionaba lo más mínimo. Al final les dijo a los
otros asistentes a la demo: "esto nada, estas pantallas son antiguas". Un
poco harto le pregunté "¿pero usted que esperaba?" y él me contestó:
"Pantallas americanas". Le pedí que las describiera y él lo intentó, pero
no tenía vocabulari,o así que al final me dijo: "Cuando veas una sabrás lo
que quiero decir". Un rechazo categórico como aquel me impulsó a investigar
qué leches eran las "pantallas americanas". Muy pronto até cabos. Era una
empresa de construcción y el sujeto debía ser arquitecto. Lo más probable
era que hubiera visto un Apple en casa de un colega igual de ignorante que
él (puesto que ni siquiera le había podido decir el nombre de la cosa).
Quiero recordar con un sentimiento agridulce los meses siguientes, durante
los cuales, ya en posesión del nombre de la amenaza, me veía obligado a
justificar no tener pantallas gráficas ni ratón en mis aplicaciones. Le
decía a la gente que los "dibujos animados los prefiero por la tele", que
"los monitores de caracteres son más sanos para la vista", que en un .bat
les metería el path y sólo tendrían que teclear unas pocas letras para
entrar en el programa (p.e. el nombre de su perro), que Apple era para
gente que usaba el ordenador para hacer el indio y que los que curraban se
compraban cosas serias (¿había alguien visto un empleado de banca que usara
ratón?), etc... Creamos un sistema de menús disparado por el autoexec.bat
para que la gente no tuviera que ir al prompt jamás, pero fue todo en vano.
Mientras yo explicaba tonterías a los clientes, Gates había hecho algo más
práctico poniendo en el mercado el Windows 2.0. Al principio, mis colegas y
yo estábamos entusiasmados (relativamente, porque había que tirar todo el
software a la basura otra vez y habíamos perdido costumbre), pero enseguida
descubrimos que no estaba hecho de la pasta del MSDOS. Se colgaba todo el
rato y parecía suicida desarrollar (y no digamos presentarse en casa del
cliente) con aquella porquería. Un poco desengañados de nuestro héroe,
pensamos en trabajar con Apple o incluso en OS/2, cuyo Presentation Manager
era también un GUI.
Pero Microsoft no había dicho la última palabra. Al cabo de un tiempo salió
el Windows 3, que también era bastante basurero, pero contenía una suite de
aplicaciones (Word y Excel) muy útil para el cliente final. Toda esta parte
de la historia es muy complicada, porque todos los actores intentaban
hacerse fintas mutuamente. Apple necesitaba aplicaciones y Microsoft quería
que Apple le licenciara una caja de compatibilidad para que el software que
corría sobre Apple corriera sobre Windows. Los desarrolladores de nivel
mundial no sabían qué hacer, pero mayoritariamente consideraban mejor OS/2
y habían estado desarrollando sobre ese sistema sin atender al pequeño
detalle de que ningún cliente final lo compraba. Si Gates salió victorioso
es porque era el único que tenía un plan claro, y era de largo el que tenía
más parque instalado de clientes. Cuando vio que WordPerfect y Lotus se
hacían los remolones y no querían programar para Windows hasta que el
panorama se aclarase, metió Word y Excel a martillazos en Windows 3 y se
puso a venderlo.
Nosotros estábamos un poco escandalizados porque, aunque comprendíamos los
motivos comerciales que impulsaban todo aquello, técnicamente lo veíamos un
poco forzado. Al volver al DOS al final de una sesión de Windows teníamos
la sensación de aterrizar sobre el suelo tras un vuelo en avión de la
Primera Guerra Mundial. Yo personalmente, cuando voy al prompt de mi XP,
todavía tengo la sensación de "volver" (aunque ahora el kernel de Windows
ya toca con el hardware).
Yo sobre esta época tengo una cosa que decir que es un poco enrevesada.
Dicen que en el estreno de una película de Hitchcock, un periodista le
llamó la atención sobre quién iba a creerse que el protagonista conociese a
una chica en un tren, después saltase del tren perseguido por los malos,
corriese por el campo durante todo el día y al llegar a una casa encontrase
a la chica allí "por casualidad". Eso era una tomadura de pelo al
espectador. Hitchcock le contestó que él había descubierto que el
espectador está dispuesto a tolerar casi cualquier inverosimilitud si se le
presenta con buena técnica narrativa. Digo todo esto porque creo que Bill
Gates también descubrió en esa época que la informática de consumo tiene su
propio criterio de fiabilidad, y que el nuevo tipo de usuario que había
surgido con la explosión del PC tenía una tolerancia al desastre mucho
mayor que los antiguos administradores de Unix, si uno le sabía presentar
eso como el precio por participar en el progreso. Las malas lenguas
remontan este concepto a los Apple, cuyo icono de la bomba (que significaba
que se había colgado) causaba simpatía en el usuario al aparecer en
pantalla. Además, aunque Windows es difícil de instalar, una vez instalado
es mucho más ergonómico que el prompt, y a los usuarios finales eso les
gusta, aunque de cuando en cuando se quede frito.
Nosotros, como infantería del invento, lo pasábamos mal cuando nuestros
programas empezaron a colgarse de formas horribles, porque la máquina
gastaba toda su capacidad en hacer tonterías gráficas. Para que por lo
menos el cliente salvase los datos, poníamos servidores de red Novell, que
permitían crear redes de muchos PCs. Nos consolábamos al ver cómo poco a
poco Apple dejaba de ser una amenaza y sus precios altos empezaban por fin
a erosionar su cuota de mercado a nuestro favor. A la larga se arruinó
tanto que Microsoft tuvo que evitar su quiebra para eludir una partición
por las leyes antimonopolio americanas.
El imperio de Microsoft sufrió otras amenazas, pero ninguna tan seria como
Apple. Novell tonteó con la idea de hacerle la competencia (no sé si antes
o después de que Gates decidiera destruirlos con el NT Server). Lotus
también acarició la idea, pero prefirieron venderlo todo a IBM antes de que
Microsoft los enfilara. Los tontines de Netscape también dijeron que
convertirían Navigator en un sistema operativo poco antes de ser
aplastados.
Y así es como Gates ha conseguido que -de momento- no le pase lo que a
Henry Ford. Microsoft es un imperio mundial en régimen de cuasi-monopolio,
pero conserva la fiereza y la rapidez de reacción frente a las amenazas
porque en el fondo de su filosofía de empresa subyace ese miedo cerval a
que en algún lugar hay alguien preparándose para derrotarlos. El Office se
puebla de prestaciones que nadie usa, para protegerse de esa amenaza
fantasma que tanto teme Gates. Siempre se acusa a Microsoft de
"inmovilismo", pero creo que la acusación debería ser la contraria.
Microsoft siempre ha estado corriendo de un sitio para otro para competir
con una amenaza fantasma que muchas veces sólo ha existido en su
imaginación, y ha actuado como Herodes, matando en la cuna por esta causa a
empresas que sólo pretendían sobrevivir en un pequeño nicho, y con las que
podría haber colaborado.
Ahora por fin parece que el "software libre" puede ser una amenaza
verdadera, porque ha conseguido aunar las voluntades de millones contra
Microsoft y ha embarcado en sus filas a enemigos viejos pero poderosos,
como IBM. A mí en el fondo me es igual quién gane, pero quiero decir bien
alto que esto NO es una lucha entre el bien y el mal, ni una lucha entre el
progreso y el inmovilismo; es sólo un episodio de guerra comercial en la
que el bando contrario a Microsoft es una horda desorganizada, porque
cualquier cosa con estructura que se le ha enfrentado ha sido destruida. El
"software libre" no puede ser destruido porque no tiene cuenta de
resultados. Se alimenta de la fantasía y la capacidad de evocación de una
serie de gurús. Si las condiciones son propicias, puede apoderarse de
grandes cuotas en determinados sectores. No entro en quién gana y quién
pierde con esto, porque cada uno tiene su opinión.
Y para terminar esta larga disertación, quiero decir que Bill Gates es sólo
uno más de los plutócratas que rigen el mundo. No es ni el más peligroso,
ni el más desalmado, y ni siquiera es el más poderoso (¿qué tal como
candidato a estos puestos el vicepresidente Cheney, apoyado por la Casa
Blanca y los petroleros de Houston, a la vez que están devastando un país
para quedarse su petróleo? ¿no deberíamos guardar un poco de hostilidad
para él?). Todos aquello que creen que si Bill Gates cayera, y Microsoft
acabase en la ruina, el mundo sería mejor, se equivocan de medio a medio.
El mundo tiene muchos problemas y muy gordos, y que el prompt (la línea de
comandos) esté en desuso es igual de grave que que hoy en día nadie sepa
jugar al Tetrix.
http://www.kriptopolis.org/node/322
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