El Ayuntamiento gastó 3 millones de euros en un alumbrado que vulnera
todos los acuerdos internacionales en materia de ahorro energético y
contaminación lumínica
En un comunicado hecho público ayer, Els Verds de Valencia Ciutat
denunciaron "el injustificado derroche energético y la muy poca austeridad
económica en el alumbrado de algunas zonas de Valencia, que desembocan en
un gasto excesivo que pagamos todos", además de generar un tremendo "globo
de luz" por encima de la ciudad con un alto nivel de contaminación
lumínica.
Para Els Verds "no hay que olvidar que para generar toda esta electricidad
innecesaria se requiere una sobreproducción de energía que genera emisiones
contaminantes a la atmósfera y potencia el efecto invernadero y, como
consencuencia, el cambio climático".
Para empezar la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, es la responsable de
que los ciudadanos de Valencia paguen millones de euros de más cada año, ya
que "su gestión municipal energética es caduca, y demuestra un elevado
nivel de ignorancia e inconsciencia pública. Si aplicara una política
eficiente en materia de iluminación y alumbrado se podría ahorrar más del
30% del actual recibo de la luz (7.660.000 euros), lo que supondría mas de
2 millones de euros anuales".
La portavoz de Els Verds de Valencia Ciutat, Katrin Stepins, declaró que
"una de las características de la gestión de la alcadesa de Valencia, Rita
Barberá, es la falta de rigor, porque precisamente lo que hoy es síntoma de
modernidad en una ciudad y en unos gestores responsables, no son las
America's Cup o los grandes eventos pasajeros, costosos y nada rentables,
sino que la modernidad la marca la sostenibilidad en las acciones y
políticas municipales, que es lo más carente de Barberà".
Hasta tal punto llega el despilfarro y la irresponsabilidad en materia
energética, que "el ayuntamiento se ha gastado hace un año 3 millones de
euros en reposiciones de nuevo alumbrado que no cumplen las recomendaciones
internacionales ni del Protocolo de Kyoto en cuanto al ahorro energético y
la contaminación lumínica".
Como ejemplo el grupo ecologista citó las Grandes Vías Fernando el Católico
y Ramón y Cajal, además de la Plaza de España o la Plaza San Agustín. En
estos puntos, una visualización elemental sirve para comprobar el excesivo
alumbrado público (hay farolas, en muchos casos dobles, cada 25 metros
lineales) que supone despilfarro energético, intrusión lumínica en el
entorno doméstico con las molestias que supone para los vecinos,
deslumbramiento y contaminación lumínica ya que las farolas son en forma de
globo. En el caso de la plaza de San Agustín, el despropósito llega a su
punto más elevado. El efecto inmediato que tiene tal cantidad de farolas
(además de la repercusión económica en las arcas municipales y, por tanto,
en el dinero de todos los vecinos) es que prácticamente se da la situación
de luz de día durante la noche.
Asi mismo Katrin Stepins, por otro lado, acusó a Barbera de "la demagogia
que hace sobre el patrimonio arboreo de Valencia y que en realidad no
defiende, ya que este tambien se compone de su avifauna y esta es
fuertemente agredida por la contaminación lumínica que les causa estrés
biológico y así reduce su número. Como consecuencia el arbolado está más
expuesto a parásitos y con cada arbol enfermo o muerto baja la producción
de oxígeno y la calidad del aire en la ciudad, cuestión que la alcaldesa no
parece importarle debido a sus erraticas acciones en la politica del
alumbrado de la ciudad".
Con este tipo de medidas, se pone de manifiesto que "a Barberá nada le
importa la declaración formal de la UNESCO sobre que el Cielo Oscuro es un
Derecho de las Generaciones Futuras, lo que implica corregir los efectos de
la contaminación lumínica en la visión del cielo y mantener al máximo
posible las condiciones naturales de las horas nocturnas, en beneficio de
las personas, de la fauna, de la flora y de los ecosistemas en general",
sobre todo teniendo al alcance del "globo de luz" de Valencia el Parque
Natural del Saler, y toda la fauna urbana. También "pasa por alto las
recomendaciones de la UE y el protocolo de Kyoto. Rita Barberá olvida que
la protección del cielo es una de las acciones medioambientales que no
cuestan dinero sino que lo ahorran".
Una burla a la Agenda 21
Esta política insostenible enlaza con otras acciones del actual gobierno
local del PP en Valencia que demuestran que mienten a los ciudadanos y se
saltan a la torera sus propios acuerdos. El Ayuntamiento de Valencia firmó
en el año 1998 la Carta de Aalborg, un consenso de ciudades europeas hacia
la sostenibilidad.
Katrin Stepins recuerdó que "9 años después, Rita Barberá no ha realizado
la auditoría mediambiental prometida por el PP, que es el primer paso de la
implantación del Plan de Actuación (Agenda 21) resultante de esta Carta. La
causa es que la alcaldesa tiene miedo de lo que ese estudio va a revelar:
Valencia es una ciudad que despilfarra recursos energéticos, contaminada,
saturada de ruido e insostenible".
http://www.rebelion.org/noticia.php?idP032
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