Ahora lo entiendo todo, todo, todo... JAJAJA!!!
NARCISISTA DIGITAL EL MEJOR EJEMPLO DISPONIBLE Tella Llop...
Tengo 150.000 mensajes de ayuda...JA!...y los insultos, vejaciones,
humillaciones esas NO LAS CUENTAS jodio que eres...
Venga chivato...diselo a AA para que lo borre...me parece que no tenes
guevos para decirme su correo y decirle alguna cositas de usted...
Los hombres como dice...los hombres narcisista tella tienen familia,
hijos...y no ESTAN MAS SOLO QUE LA UNA... jajaja! ...ve a que te de un
poco el Sol, plantita jamonera jur jur jur!
Los hombres como dice...no insultan a traves de un teclado eso es DE
COBARDES-TELLA...si usted un COBARDE, NARCISISTA...no tiene guevos
para quedar conmigo...para "charlar"...y demas...
Nos vemos en la UPM...que va ser que no..no tenees GUEVOS...cobarde...
Fdo. Pollo.
Egosurfing o el narcisismo digital
http://www.laflecha.net/canales/cur...gosurfing/
Todos caemos más pronto o más tarde en el narcisismo digital del
Egosurfing, o surfear por aquellos documentos que hablen de nosotros.
Contra lo que a primera vista pudiera parecer, es probable que el
nombre de cualquier persona aparezca en los documentos visitados por
Google.
10:37 - 31/01/2005 | Autor: José Manuel Gimeno
No nos debiera extrañar, Google visita en la actualidad más de ocho
mil millones de documentos, (muchos más que los habitantes del
planeta), y casi en todos, hay varios nombres propios, algunos
incluso. no son más que relaciones de nombres. Basta que tu antiguo
colegio cuelgue una página con la lista de los antiguos alumnos, o que
aparezcas en el Boletín Oficial del Estado como opositor a un puesto
en cualquier cuerpo de funcionarios, o otro nimio motivo parecido,
para que una consulta a Google con tu nombre de más respuestas que las
que podías imaginar.
El Número Google, o nivel de popularidad
El número de documentos en que se aparece se conoce como número
Google, y mide en cierto grado la popularidad del sujeto. Ojo, refleja
la popularidad, no la importancia. Las personas influyentes son
siempre populares, pero ser popular no presupone ser influyente. Los
auténticamente populares, siempre tienen un numero alto, aunque su
importancia sea nula. Paco Porras, famoso por llevar un ramillete de
perejil en la oreja, adalíd, junto con Tamara su novia, de la "caspa
nacional", hoy en absoluto declive mediático, aún conserva un Número
Google de 12.100, más o menos, cinco veces superior al mío, que sin
falsa modestia, soy bastante más influyente que ese payaso, aunque no
sea más, que por tener, una media de 20.000 lectores semanales en mi
artículo de La Flecha.
Una persona realmente popular como Nicole Kidman, tiene un Número
Google de 1.650.000, en cambio una persona realmente importante e
influyente, conocida a nivel mndial, como Teresa de Calcuta, pese a
tener cientos seguidores capaces de sacrificar su vida por seguir sus
enseñanzas, se queda en un Número Google de 98.900, ocho veces mayor
que el de Paco Porras, solo conocido en España, pero la dieciseisava
parte del número Google de Nicole Kidman.
Practica un poco el egosurfing
Si nunca practicaste el egosurfing, te invito a que lo hagas, escribe
tu nombre y apellido entre comillas en Google y encuentra tu Número
Google. Si aparecen excesivas páginas y la mayoría no se refieren a
ti, utiliza las opciones de búsqueda avanzada de Google para afinar
más. Si por el contrario no apareces, prueba sin comillas. Me
encantaría que escribieras un comentario sobre lo qué opinas de lo que
Google sabe de ti. (Para quien lo precise, al final del artículo pongo
un ejemplo de cómo hacer búsquedas avanzadas en Google).
Vivimos en un escaparate
Recuerdo que cuando practiqué egosurfin por primera vez, me sorprendí
que se recogiera y guardara el rastro de mi paso por los más variados
lugares, desde foros de programación en C, a comentarios escritos en
la Biblioteca Miguel de Cervantes. Desde entonces nunca utilizo mi
verdadero nombre cuando navego, salvo que expresamente desee dejar
constancia de mi identidad. No obstante, se pueden ocultar nuestras
incursiones por la Red, pero no hay forma de controlar las referencias
a tu persona que hagan los demás.
La privacidad un antiguo lujo de las grandes ciudades
Comprendí entonces que la privacidad, era un bien que disfrutábamos
solo los habitantes de las grandes ciudades, que se ha perdido para
siempre. En ciudades pequeñas, incluso en las de cierto tamaño, la
privacidad nunca ha existido, todos se conocen y no puedes poner un
pié en la calle, sin que alguna vencindonga lo registre y comente. Un
médico de pueblo sabe perfectamente, que si un solo día de su vida se
emborracha, lo sabrá toda su clientela, tampoco se puede en un pueblo
guardar en secreto que te haya tocado la lotería o un noviazgo, más
aún si el noviazgo es adúltero. Esas cosas, solo era posible
mantenerlas en secreto en las grandes ciudades.
La auténtica privacidad era solo patrimonio de las grandes ciudades,
en donde la presencia masiva de personas, provoca tal necesidad
sicológica de soledad, que produce como reacción un auto asilamiento,
en el que llegas a desconocer quien son los vecinos de tu misma casa.
Este total anonimato, es algo tan apreciado por los habitantes de las
urbes, como aborrecido por los demás ciudadanos, que lo tienen por
inhumano, pues conlleva el precio de la absoluta soledad, típica de
las grandes ciudades, donde con frecuencia aparece el cadáver de un
anciano muerto en su domicilio, después de meses de su fallecimiento,
porque ni sus vecinos, ni sus amigos, ni sus parientes, le echaron en
falta durante esos largos meses, para nada.
En la era digital, las paredes son de cristal
Con la llegada de la Era Digital este anonimato que en Internet hemos
dado en llamar privacidad ha desaparecido. Dejamos un rastro constante
y detallado de nuestra actividad diaria, en la cuenta bancaria, en el
la factura del móvil, y en los pagos con tarjeta de crédito, a partir
de este rastro, no sería difícil establecer un sistema que detectara
si en ese grupo de riesgo alguien ha muerto en soledad, y mucho mas se
puede llegar a saber sobre los que no hemos muerto, pero al menos nos
queda el consuelo que solo lo pueden saber, la policía y los
propietarios de los datos.
También dejamos rastro en nuestra navegación por Internet. Las
cookies, los spywares, el adware, y nuestra participación en chats,
foros, y correos electrónicos, generan datos sobre nuestra persona,
que de forma más o menos legal, o de descaradamente ilegal, va a parar
a manos de personas, que no solo los recogen, sino que los elaboran, y
el resultado obtenido, se lo venden al mejor postor, sean unos grandes
almacenes o la Mafia siciliana.
Por último, sin que lo podamos evitar, retazos sueltos de nuestra vida
caen a ese pozo sin fondo que es Internet, quedando registrados en esa
ingente memoria colectiva, donde cualquiera los puede rescatar para
estudiarlos. No será necesario ser detective o un hacker, ni siquiera
un informático, nuestra novia o nuestro mejor cliente, puede, con
ayuda de Google, echar las red en ese mar de recuerdos y sacar a la
luz una colección de momentos variados de nuestra vida. A esto, en
contraposición con el Egosurfing, se le suele llamar Googling o en
español Googlear. Mar Monsoríu en su conocido diccionario de Marketing
Digital, opina que hurgar en la vida de los demás, escaneando la Red,
debería definirse como "cotisurfing".
En la mayoría de los casos, la información encontrada googleando es
irrelevante y tanto da que se sepa. Pero, no nos engañemos, todos
tenemos oculto algún cadáver en un armario y no nos apetece que salga
a la luz, y aunque así no fuera, aparte de los participantes de Gran
Hermano y las prostitutas de Amsterdam, ¿a alguien le agrada vivir
permanentemente en un escaparate?.
Nota final.- Reglas para practicar el Egosurfing
En contra de la opinión generalizada, Google tiene en cuenta los
acentos, mientras que cada vez más gente prescinde de ellos en sus
escritos. Por ejemplo, mi nombre es José Manuel Gimeno. Pues
introduciendo en Google "José Manuel Gimeno", (con acento), aparezco
citado, en 2520 documentos, mientras que si introduzco "Jose Manuel
Gimeno" , (sin acento), solo aparezco sólo en 27. En cambio es cierto
que el resultado obtenido es el mismo si se utilizan mayúsculas o solo
minúsculas. El tener letras diferentes a las utilizadas por el
alfabeto USA como la ñ ç ü o cosas por el estilo puede también
confundir a Google, si ese es tu caso haz algunas pruebas, yo he hecho
pruebas con la palabra "cigüeña", y quien recibía más respuestas era
la palabra "cigüena" (sin ñ), en cambio si se sustituye la ü por la u
hay muchísimos menos resultados.
Conviene añadir en la búsqueda otros nombres por los que nos suelan
llamar, en mi caso son "José Gimeno" y Jgimeno. Introduciendo la
sintaxis "José Manuel Gimeno" OR "Jose Manuel Gimeno" OR Jgimeno
consigo elevar el número de referencias a 5370. Si intento obtener más
resultados y propongo la sintaxis "José Manuel Gimeno" OR "Jose Manuel
Gimeno" OR Jgimeno OR "José Gimeno" llego a las 6010. Más nombres no
puedo colocar pues Google solo busca con corrección un máximo de diez
palabras, si pones más, el resultado es errático, en mi caso si añado
a lo anterior OR "Jose Gimeno" el resultado es 5.670.000 documentos
que indica claramente que han dejado de funcionar los símbolos OR y
las comillas..
Aunque Gimeno no sea un apellido tan difundido como Pérez o García,
siempre hay más personas de las que parece con el mismo nombre y
apellido. En mi caso hay una docena de personas. Se pueden eliminar
las referencias que no te corresponden. Yo selecciono las palabras
Cervera doblaje Estornell y Ullastres, segundos apellidos y profesión
de ciudadanos con mi mismo nombre que nada tiene que ver conmigo, y
para hacer hueco en las 10 palabras que permite Google, elimino José
Gimeno y jgimeno que daban excesivos datos erróneos. La sintaxis final
que aplico "José Manuel Gimeno" OR "Jose Manuel Gimeno" -Cervera
-doblaje -Estornell –Ullastres da 2400 documentos. que al menos en las
dos primeras páginas de respuesta de Google se refieren a mi en su
mayoría, aunque no todos, pues aún queda un motorista de trial y. más
adelante, un alcalde de un pueblo de Zaragoza, un catalán especialista
en cultura medieval y Dios sabe cuantos más.
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